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El precio del oro toma posiciones ante las señales de debilidad de la economía global

La cotización del metal precioso vuelve a instalarse por encima de los 1.400 dólares por onza, después de dos años de relativa moderación por debajo de esta cota, que los analistas marcan como la vuelta de los inversores a este valor refugio. Tendencia que ocurre cuando la coyuntura viene mal dada. Países como China o Rusia hacen acopio de sus reservas de oro, en medio de un alza de la producción global.

El descenso de actividad en Europa y Asia, los desequilibrios estadounidenses -con unos déficits comercial y fiscal que añaden carburante a una deuda desorbitada, de 22 billones de dólares-, el baile de divisas en torno a una esperada devaluación del dólar en los mercados y el retorno de los bancos centrales a los tipos de interés próximos a cero para estimular el vigor perdido de las economías -industrializadas o emergentes- han devuelto la cautela a las carteras de capitales internacionales. Los inversores vuelven la vista a valores refugio.

Y el oro continúa siendo una apuesta segura. Junto a divisas como el franco suizo, con mecanismos monetarios suficientes para sostener su cotización en niveles óptimos a los ojos de la inversión bursátil que traspasa fronteras. Quizás el mejor albergue para capear el temporal, para abordar la etapa de wait and see, de esperar a ver si la coyuntura económica se queda en un aterrizaje más o menos brusco o si, como auguran un cada vez mayor grupo de economistas, se avecina otra recesión de mayor o menos calado. Sobre todo si, además, y como acontece en la actualidad, la inversión en activos inmobiliarios ofrecen un factor de riesgo añadido, con precios demasiado altos en las grandes capitales del planeta, y sometidos a unas perspectivas de alta volatilidad en caso de que alguna o varias de las potencias industrializadas entran en números rojos.

El repunte del precio del oro es un buen termómetro para vislumbrar si este complejo cuadro de mando concluye en buen puerto o, por el contrario, debe atravesar aguas turbulentas. En las últimas jornadas, su cotización ha vuelto a saltar por encima de los 1.400 dólares por onza. Un baremo que ilustra la predisposición a un perfil conservador por parte de los inversores y señal inequívoca, para los analistas de este mercado, de que la confianza de las carteras de capitales en el porvenir de la economía y de los valores bursátiles está de capa caída.

Hay indicadores que ya revelan esta preocupación. La producción de las factorías en Europa y Asia se contrajeron en junio, y el indicador de capacidad de compras en EEUU -otro índice de gran fiabilidad- mostró un súbito estancamiento, mientras crecen las voces que avanzan una posible quiebra financiera en la mayor economía del planeta a partir de octubre ante la merma recaudatoria por la doble rebaja fiscal de la Administración Trump. El Tesoro americano sólo tiene garantías para el pago de sus necesidades y compromisos adquiridos hasta el comienzo del otoño. La reanimación de la actividad desde los bancos centrales, pues, parece cuestión de tiempo y el pronóstico que se ha instalado en el mercado es que será inmediato, aseguran varios analistas a Bloomberg.

 

Fuente: público.es